Cabral volvió a casa: el héroe que sostuvo la Patria con el cuerpo ahora descansa en su tierra

Después de 212 años, los restos simbólicos del Sargento Juan Bautista Cabral fueron repatriados a Saladas, Corrientes. No es un simple traslado: es una reparación histórica. Un acto de justicia popular para uno de los pilares olvidados de la independencia.
Por Redacción Raíces Digital
El 2 de agosto de 2025 no será un día más para el pueblo argentino. Será recordado como el momento en que la historia volvió al cuerpo de un hombre, y ese cuerpo, aunque simbólico, volvió a la tierra que lo vio nacer: Saladas, Corrientes.
Después de 212 años, los restos simbólicos del Sargento Juan Bautista Cabral, el humilde granadero que salvó la vida de José de San Martín en el combate de San Lorenzo, descansan en su casa natal, hoy convertida en Museo Histórico.
🕯️ No fue un traslado. Fue un acto de justicia.
La historia de este retorno es larga y está atravesada por la persistencia popular. Ya en 1941, el pueblo de Saladas reclamó por primera vez la repatriación de los restos de su hijo más ilustre. En 1945, se exhumaron restos colectivos en el Convento San Carlos Borromeo de San Lorenzo (Santa Fe), lugar donde habían sido enterrados los caídos en combate. No era posible identificarlos científicamente, pero se sabía que Cabral había muerto allí, dando la vida por la Patria.
Durante 80 años, esas urnas quedaron en el silencio del convento, custodiadas por los Granaderos a Caballo y por la memoria popular.
Finalmente, en 2024, se iniciaron las gestiones formales, y entre el 30 y 31 de julio de 2025, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) intervino en el lugar, garantizando el proceso técnico de custodia y traslado. Aunque no hubo identificación genética, sí hubo rigor y respeto.
🏠 Volver a Saladas
Los restos llegaron a Saladas entre lágrimas, abrazos y canciones patrias: lo esperaba el pueblo. En la plaza que lleva su nombre, en la casa donde nació, vivió y soñó, se realizó el acto central.
Allí está ahora: en lo que fuera su hogar, frente a la plaza principal, restaurado y puesto en valor como el Museo Histórico Juan Bautista Cabral. La casa familiar fue reconocida como Monumento Nacional y Provincial, y desde ahora, será espacio de memoria, historia y compromiso.
✊🏾 Cabral, el héroe invisible
Nacido en 1789, de origen humilde y afro-guaraní, Juan Bautista Cabral se alistó como granadero por convicción. En el Combate de San Lorenzo, el 3 de febrero de 1813, vio caer a su jefe, atrapado por su caballo. No dudó. Saltó al fuego cruzado, recibió bayonetazos, pero logró liberar al General José de San Martín, quien pudo así continuar su campaña emancipadora por América.
Cabral murió al poco tiempo, y sus últimas palabras fueron:
“Muero contento, hemos batido al enemigo.”
Sin Cabral, no habría habido San Martín. Sin San Martín, no habría habido independencia.
Cabral es el pueblo que pone el cuerpo sin pedir nada. Cabral es la raíz de esta Nación.
🧠 Política, historia y reparación
La ceremonia contó con la presencia de autoridades nacionales, provinciales y municipales. Estuvo la vicepresidenta de la Nación, el gobernador de Corrientes y el intendente de Saladas. Pero más allá de los discursos protocolares, lo que se vivió fue un acto de trascendencia política profunda: un país reencontrándose con su historia, un pueblo reparando lo que el tiempo y la desmemoria habían postergado.
Este no fue un traslado de restos. Fue el regreso de un símbolo, de un mártir popular, de un proyecto colectivo llamado Argentina.
✍️ La historia no se hace en los palacios: se hace en la sangre y en el barro.
Cabral no tuvo micrófonos, no fue parte de ninguna elite. Fue un soldado sin apellido ilustre, sin fortuna, sin discursos. Y sin embargo, salvó a un Libertador y sostuvo una Patria naciente con su cuerpo.
Por eso su repatriación no es un gesto del poder hacia el pueblo, sino del pueblo hacia sí mismo.
Y por eso, desde Raíces Digital decimos: Gracias Cabral, por tu coraje. Por tu entrega.
Que tu descanso en Saladas sea también el descanso de una Nación que hoy, al fin, te reconoce como lo que siempre fuiste: uno de los pilares invisibles de nuestra libertad.