Controversia por la pesca y creciente presencia militar británica en las Islas Malvinas

La tensión en torno a las Islas Malvinas vuelve a escalar tras el avance de dos iniciativas de Reino Unido: la instalación de granjas de salmón a gran escala y la modernización de la infraestructura militar en puntos estratégicos del archipiélago. Mientras organizaciones ambientalistas y autoridades argentinas alertan sobre un posible “desastre ecológico”, el Reino Unido afianza su presencia militar en la región mediante nuevas instalaciones en zonas de difícil acceso como Byron Heights.
La empresa Unity Marine, respaldada por capitales británicos y daneses, impulsa un proyecto para instalar ocho granjas de salmón entre tres y siete kilómetros de la costa de las Islas Malvinas Orientales. Según informó MercoPress, se prevé una producción inicial de 50.000 toneladas anuales, con planes de expansión hasta las 200.000 toneladas.
En este sentido, la consulta pública, lanzada por el gobierno de las islas, estará abierta hasta agosto de este año. El director de Unity Marine, James Wallace, sostiene que el proyecto representa un “impulso económico vital” para las islas, pero su implementación suscitó un amplio rechazo tanto en Argentina como en sectores locales de las islas.
Grupos ambientalistas argentinos, como la ONG Por el Mar, advirtieron sobre los peligros del modelo de salmonicultura propuesto, similar al que provocó graves daños ecológicos en regiones de Chile como Aysén y Los Lagos. Catalina Cendoya, vocera de la ONG, declaró a medios locales: “Una salmonera es un feedlot en el agua: libera químicos, pesticidas y crea zonas muertas por los desechos de los peces”. Además, señaló que los salmones de cultivo, si escapan, podrían alterar irreversiblemente los ecosistemas del Atlántico Sur. La provincia argentina de Tierra del Fuego prohibió esta práctica en 2021, precisamente por estos riesgos.
En paralelo, el Reino Unido finalizó un programa de modernización de infraestructura militar iniciado en 2020, con la entrega de nuevos alojamientos en Mount Kent, Mount Alice y Byron Heights, según reportó el Ministerio de Defensa británico. Estas estructuras, diseñadas para condiciones extremas, permitirán una presencia militar sostenida en una de las regiones más remotas del Atlántico Sur. Las instalaciones cuentan con habitaciones equipadas, servicios de bienestar, oficinas y espacios de recreación, lo que representa una mejora sustancial respecto a las edificaciones anteriores, construidas tras la guerra de 1982.