A 16 años de la Ley de Medios: el día en que el pueblo organizó la palabra

Redacción Raíces Digital | Hoy se cumplen 16 años (10 de octubre de 2009) de la sanción de la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual, aprobada durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. Nacida del debate federal y del impulso del campo popular, la norma marcó un punto de inflexión en la historia argentina al democratizar el acceso a la comunicación y reconocer nuevas voces en todo el país.
La Ley Nacional de Servicios de Comunicación Audiovisual fue una conquista colectiva que cambió para siempre la forma en que la Argentina piensa, produce y distribuye la palabra. Su sanción, el 10 de octubre de 2009, significó dejar atrás la ley de radiodifusión de la dictadura cívica – militar (1980) y consagrar una idea profundamente democrática: la comunicación no es un privilegio empresarial, sino un derecho de todas y todos los ciudadanos.
El texto legal estableció una regulación integral de los servicios de radio y televisión en todo el territorio nacional y promovió mecanismos de fomento, desconcentración y competencia orientados a abaratar, democratizar y universalizar el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación. En palabras simples, buscó abrir los micrófonos y las pantallas al país real.
Este proceso histórico fue el resultado de años de debate impulsado por la Coalición por una Radiodifusión Democrática, que elaboró los 21 puntos por el Derecho a la Comunicación. Aquellos principios fueron el corazón de una ley federal, participativa y plural, que reconoció la importancia de los medios comunitarios, las universidades, los pueblos originarios, los sindicatos y las organizaciones sociales como actores centrales en la producción de contenidos.
Más allá de las resistencias judiciales y mediáticas que enfrentó desde su aprobación, la Ley de Medios instaló para siempre una agenda de derechos y de soberanía comunicacional, marcando que no puede haber democracia plena sin diversidad de voces ni participación ciudadana en el espacio mediático.
A 16 años de su sanción, en un mundo donde las plataformas y los algoritmos dominan la circulación de la información, el espíritu de aquella ley sigue vivo: garantizar que la palabra vuelva a tener raíz en el pueblo y no en los monopolios.