“Cómo ganarse la vida intentando comunicar”

Nota de Opinión: El Plumin FM
Hace algunas décadas, más precisamente en los albores de la democracia allá por 1983 sentí la necesidad de ingresar al mundo de la comunicación, mundo que hasta ese momento solo respondía a ciertos intereses del gobierno golpista, autoritario, autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”, proceso en el que solo escuchábamos lo que el gobierno quería informar, y eso me llevaba a escuchar otras radios del mundo con un visión opuesta a lo que nos decían en nuestro país, era apenas un adolescente y no comprendía el porqué de las torturas, de los apremios, de los policías de Santa Cruz que le rapaban la cabeza a los jóvenes/adolescentes que se juntaban en las esquinas, por qué se llevaban por la fuerza a padres y madres de mis compañeros de la escuela, no entendía como se permitía que a los extranjeros por el solo hecho de estar en Argentina los cargaran en camiones volcadores y los llevaran vaya a saber dónde, mientras que en la escuela nos hacían recitar el preámbulo de la Constitución Nacional, no lograba comprender nada. Entonces llegada la democracia comencé a indagar sobre que era la LIBERTAD y gracias a esos que habían estado preso por reclamar derechos colectivos logre comprender lo que era ser libre, deje el estereotipo de ir con zapatos al cine, de usar corbata para ir a la iglesia, y me sume a la militancia social, a los pibes del campo popular, puse mi impronta en un pasquín del pueblo en la transcribía canciones de protesta, luego cuestionaba las políticas de Puriccelli y a algunos intendentes de Santa Cruz. Con la ingenuidad de todo adolescente creía que estos personajes de los partidos políticos cumplían sus funciones y dejaban que otros siguieran la reconstrucción política de nuestra provincia, pero no fue así, desde 1983 a la fecha, los nombres y personajes siguen siendo los mismos. Como si fuera poco, en las segundas elecciones democráticas de 1987 aparecieron en escena personajes nefastos que el Proceso de Reorganización Nacional reclutaba en Buenos Aires y los mandaban a nuestros pueblos con la figura de Intendentes (la gran mayoría de la UCR) en esos tiempos no teníamos la tecnología de hoy, era solamente el Diario de Rio Gallegos y dos diarios de Comodoro Rivadavia, con suerte los Domingos llegaban los Diarios de Buenos Aires, y desde Rio Gallegos salía para el interior una revista mensual “Cono Sur”, en la que algún osado comentaba en las columnas los primeros acuerdos y roscas políticas, entonces ya tenía más letra para darle luz a mi pensamiento crítico, y acá viene la mejor parte, con un grupo de amigos más la colaboración de algunas de nuestros padres iniciamos una FM que llegaba a cuatro o cinco cuadras a la redonda de donde nos reuníamos, teníamos dos toca-toca, algunos discos rayados y grabador que aún conservo junto a una tonomac de cinco bandas, entre música, mates y ruidos opinábamos de como quienes jugaban a la pelota con nosotros se habían hecho funcionarios públicos, no nos daban ni la hora, de pronto al cabo de uno o dos años tenían un 0 Km. que para la época era imposible para un empleado público, luego formaron sus familias, no alquilaban casas, las construían, solo quienes habían ingresado a la política podían tener eso, y poder hacerlo durante tanto tiempo, llevo a la naturalización de este tipo de cosas. No lo voy a negar, me interesaba la política, militaba en un partido político con el propósito de lograr un mejor estilo de vida colectivo, pero era imposible entrar en esos círculos, algunos que se decían revolucionarios en ese momento que tenían entre 25 y 30 años se juntaban a comer un asado y con las camisetas del PJ y la UCR, acordaban los cargos una vez pasadas las elecciones, no había modo de cuestionarlos, porque si eras militante y alzabas la voz, como quien no quería la cosa, cuando salíamos a pintar paredones o colgar algún cartel, los políticos en connivencia con la policía te armaban causas de intento de robo de combustible, intento de robo en algún local comercial, resistencia a la autoridad, etc., y por el hecho de tener antecedentes, no podías ingresar a las internas partidarias y menos una elección general. Quienes no comulgábamos con eso y cuestionábamos los actos de injusticia la salida era estudiar, tener un título profesional y de esa forma tener las herramientas intelectuales suficientes para combatir el despropósito que se gestaba en Santa Cruz.
Y me recibí, comencé mi carrera como comunicador, creía que era una opción para ganarme la vida. Pensaba en trabajar en una editorial de revistas o un diario (y escalar desde redactor hasta jefe de redacción o director), colaborar en esos medios de manera independiente y facturar, ser un ‘free lance’ (algo bastante común en Europa y Estados Unidos, casi imposible en Argentina), hacer radio o televisión (conduciendo, como panelista, produciendo, haciendo móviles), trabajar en alguna agencia de noticias, hacer prensa para empresas, organismos públicos, o funcionarios, pero ya no era posible en los 90´, porque en los medios ya estaban los que trabajaban colados como servicios de inteligencia –que no son un invento de este siglo–, porque esa gente no es del palo aunque finja serlo y disfraza lo malo de un gobierno como un acto de grandeza para los que menos tienen o pueden y con mucho dolor digo, hasta no logran comprender la perversidad que existe en algunos comunicadores. De todos modos igual se podía vivir.
Y en esta desdichada época que nos toca vivir, ya aniquilada la gráfica, opacados los medios radiales, la manera de ganar dinero con el periodismo cambió de manera asombrosa.
Hay nuevos caminos y no son para cualquiera. El menú es variado: En los últimos veinticinco años muchos tomaron un micrófono y comenzaron a hacer medios y/o programas a favor de un proyecto político y recibir cifras disparatadas en publicidad por páginas webs que nadie lee, o asesoramientos truchos al estilo ‘Usina’, con cero empleados. Cobran por hacer reportajes amables, sin repreguntas. Un poco en blanco, lo fuerte en blue, negro y toda la escala cromática. Cobrar por elogios puntuales, o elogios full time. Cobran por hacer denuncias contra rivales políticos, sean éstas verdaderas o no (a nadie le importa eso). Cobran por criticar cualquier cosa que haga el rival político. Cobran por la creación de guiones, promoción de candidatos, operaciones en cadena, make up electoral, construcción de imagen. Cobran por cubrir eventos, o hechos. Cobran por ignorar eventos, o hechos. Cobran por decir cosas. Cobran por no decirlas (un clásico de todas las épocas).
Quienes quedamos afuera de este bonito y rentable microsistema, tratamos de tener lo que alguna vez fue un salario decente y transitamos el mes gateando en el desierto del Sáhara a mediodía. Y en bolas.
Pero sigo resistiendo, no me resigno a escribir como un hobbie, no espero nada, porque ya no hay nada. Ni lugar en las editoriales, ni editoriales.
Dijo algún periodista de Buenos Aires en algún momento, el mayor gasto de los partidos políticos luego del costo de la impresión de las boletas en cada elección, es la “inversión” en periodistas.
Pero no es mi caso, acá me dieron un lugar, debo ocultar mi nombre y usar un seudónimo, ¿saben porque? Porque los que hoy gobiernan la provincia con un disfraz paupérrimo por supuesto, son los mismos que en 1983 y que en 2005 se fueron por la puerta de atrás.
Y bueh.
Así son las cosas, no se pierdan la próxima columna, gracias.