Los Caputo financiaron a un grupo de ultraderecha

La hermana del ministro de Economía contrató pagando sobreprecios al fundador de Revolución Federal. Así lo demuestra una pericia contable de la Justicia. Para entender el presente de la Argentina con un presidente que insulta a la prensa e insta a odiar más a los periodistas y a la oposición hay que remontarse a los sucesos que precedieron el intento de asesinato de Cristina Fernández de Kirchner en septiembre de 2022.
Por entonces, CFK era Vicepresidenta. El país salía de la pandemia con un fuerte posicionamiento del Estado para cuidar la salud de sus ciudadanos y ciudadanas con campañas de vacunación contra el COVID 19.
En ese clima espeso, fagocitado por muchos integrantes del actual gobierno nacional –entre ellas Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, que incitaba a protestar en plena campaña de prevención contra el virus-, emergieron grupos de ultraderecha que montaron guillotinas en plazas públicas con la idea de promover la violencia física contra figuras del peronismo, referentes sociales, e integrantes históricos de organismos de derechos humanos.
Uno de esos grupos fue Revolución Federal. Su fundador fue Jonathan Morel, que hasta hace meses administraba una verdulería a pocas calles de la Quinta Presidencial de Olivos en el partido de Vicente López.
Morel está procesado en una causa judicial por agredir al dirigente humanista Juan Grabois, querellante en el expediente sobre Revolución Federal, al igual que los abogados de CFK, José Manuel Ubeira y Marcos Aldazábal. Jonathan Morel supo transformarse en camarero de un club de Junín. Llegó hasta allí apadrinado por derechistas. Militó por la muerte de CFK y la caída del gobierno institucional de Alberto Fernández.
Ahora bien, el trajinar de la pesquisa penal trajo consigo revelaciones contables alarmantes. La familia Caputo contrató a Jonathan Morel para la fabricación de muebles de un complejo hotelero ubicado a mil kilómetros de su domicilio en la localidad de Boulogne.
El relato de Rossana Pía Caputo se sostiene en una secuencia surrealista. Cuenta que estaba paseando por la zona más humilde del partido de San Isidro cuando de golpe encontró la carpintería de Morel (sin cartel de identificación a la vista al fondo de un antiguo local partidario del macrismo) y decidió contratarlo. La idea era obtener muebles con el fin de instarlos en el Complejo Añelo, el pueblo neuquino donde está Vaca Muerta, una de las mayores reservas de petróleo no convencional del mundo.
Las sociedades que completan a 16 personas físicas del entorno familiar y comercial de Morel derivaron en análisis y cuadros explicativos de peritos expertos de la Dirección de Asistencia Judicial en Delitos Complejos y Crimen Organizado de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Dos contadores judiciales, Stella Maris Castaño y Juan Martín Bonilla, determinaron que Morel cobró de más y pudo hacerlo porque así lo dispuso Rossana Caputo.
Hace tres años que están averiguando cómo Jonathan Morel pasó de supuesto carpintero a referente neonazi solventado por el clan Caputo para generar mensajes de odio contra CFK y dirigentes sociales que luchan por los vulnerables.
La querella de Grabois
En un reportaje con el periodista Roberto Caballero en la Radio Madres AM 530, Rodolfo Yanzón, dio detalles de una pericia que pidió la querella que representa. Llegó a la conclusión de que la familia Caputo pagó sobreprecios y fletes para fabricar muebles de un complejo hotelero y trasladarlos mil kilómetros desde el Gran Buenos Aires hasta el pueblo de Añelo en la provincia de Neuquén.
“Los Caputo financiaron a grupos de ultraderecha que atacaron a Grabois y a Cristina Fernández de Kirchner, entre otros referentes políticos”, sostuvo Yanzón.
Con una trayectoria de décadas en la defensa de los derechos humanos y causas emblemáticas contra los personajes más siniestros de la dictadura cívico militar de 1976, Yanzón conoce bien cómo comienza el circuito del odio que suprime las ideas para después atentar contra la propia vida de las personas. “Es preocupante lo que sucede en Argentina con los mensajes de Javier Milei”, dice.
En los casi 21 minutos que dialogó con Caballero queda en evidencia que Rossana Caputo le entregó muchísimo dinero a Morel por encima de los costos y valores de 2022.
Unos 13 millones de pesos.
¿Para qué y por qué?
El 19 de febrero pasado, Morel se presentó en el juicio oral que intenta dilucidar el atentado contra CFK. ¿Qué dijo? “No conozco a ninguno de los imputados. Jamás en mi vida los vi o hablé”. Negó cualquier vínculo con los acusados de ser los autores materiales, Fernando Sabag Montiel –el tirador- y sus cómplices, Brenda Uliarte y Nicolás Carrizo, partícipes necesarios. No recordó la presencia de Uliarte en uno de sus actos con una antorcha en la mano.
Morel está procesado en una causa del Juzgado Federal a cargo de Marcelo Martínez De Giorgi. Allí se investiga si los integrantes de Revolución Federal usaron la agrupación para difundir terror a través de mensajes y manifestaciones de odio que luego derivaron en el intento de magnicidio de CFK.
Sin embargo, Morel adujo una presunta espontaneidad en el lanzamiento de Revolución Federal. Acusó al gobierno de Alberto Fernández de todos los males del mundo de su mente lunática: “Suba del dólar”, “inflación”, “inseguridad”.
“Los Caputo financiaron a grupos de ultraderecha que atacaron a Grabois y a Cristina Fernández de Kirchner, entre otros referentes políticos”, reiteró Yanzón.
La querella quiso saber sobre las guillotinas de madera que instaló Morel en una movilización del 9 de julio de 2022. “Sabíamos que íbamos a ver mucha convocatoria. Es la oportunidad para que nos conozcan, porque van a estar todos los medios, todos los políticos”, se excusó.
“La hice en media hora a la guillotina. Era lo que la gente pedía en Twitter (actual X)”, dijo, respecto a una “herramienta” que diseñó para “llamar la atención de los políticos” y demostrar su ira y descontento.
“La gente decía guillotina, yo tenía una carpintería, tenía madera. Hice una guillotina y la llevé. No significa nada, era para captar gente”, dijo. Notable la narrativa de la anti-política de Morel que se parece a los dichos de Javier Gerardo Milei, la diferencia es que Milei representa la máxima autoridad del Estado y de la Política.
Cuando los abogados le preguntaron a Morel sobre el dinero que le dio Caputo, contestó que compró “hasta las lamparitas de luz” del Complejo Añelo.
¿Tanto dinero le sobraba?
Un mes antes del hábil testimonio de Morel, un antiguo socio de andanzas, Leonardo Franco Sosa fue hallado totalmente alcoholizado e internado en un hospital por inhalar humo en un incendio.
Sosa es el mismo sujeto que solía visitar a la vecina del piso de arriba de CFK, Ximena de Tezanos Pinto, antes de completarse el atentado. Tezanos Pinto saludaba a la pequeña horda desde el balcón del barrio de Recoleta.
Epílogo
Jonathan Morel supo transformarse en camarero de un club de Junín. Llegó hasta allí apadrinado por derechistas. Militó por la muerte de CFK y la caída del gobierno institucional de Alberto Fernández. Fabricó guillotinas y colocó los rostros de sus opositores en el filo de la cuchilla. Fue fotografiado esperando saludar a Javier Gerardo Milei en noviembre de 2023.
De Junín se mudó para montar una verdulería a pocas calles de donde el presidente dice andar en mameluco con sus “hijitos de cuatro patas”.
La próxima vez que la Cámara de Diputados llame a testimoniar a los ministros de Milei por la estafa con $Libra, quizá Luis Caputo pueda responder por qué su hermana Rossana contrató a un violento que deseaba matar a Cristina y se ofrecía a infiltrarse para ejecutarla.
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