Trump y el regreso al siglo XIX: el retroceso en las políticas de género en Estados Unidos

EDITORIAL DE RAICES DIGITAL
El reciente discurso de asunción de Donald Trump ha puesto en evidencia un preocupante retroceso en materia de derechos y libertades en Estados Unidos. La frase que más encendió las alarmas fue contundente: “A partir de hoy, la política gubernamental de Estados Unidos es que hay solo dos géneros: masculino y femenino.” Estas palabras no solo revelan una desconexión con los avances científicos y sociales del siglo XXI, sino que refuerzan una visión conservadora y binaria que parece anclada en el siglo XIX.
Contexto histórico y político
Estados Unidos ha sido históricamente presentado como “la tierra de la libertad”, pero esa premisa ha sido desafiada una y otra vez, especialmente cuando sectores conservadores alcanzan el poder. Durante décadas, movimientos feministas y de derechos de las diversidades han trabajado para ampliar el reconocimiento de las múltiples identidades de género y las complejidades humanas que estas representan. Desde la aprobación del matrimonio igualitario en 2015 hasta las políticas de inclusión en la educación y el trabajo, se había dado un paso significativo hacia una sociedad más justa.
Sin embargo, el giro político que representa Trump amenaza con desmantelar estos logros. Su declaración, aunque celebrada por sectores ultraconservadores y millonarios aliados, ha encendido la resistencia de organizaciones feministas y de derechos humanos, quienes ya están organizando respuestas contundentes.
Las implicancias de negar la diversidad de género
La afirmación de que solo existen dos géneros ignora décadas de avances científicos, que han demostrado que el género no es un concepto rígido ni exclusivamente biológico. Instituciones médicas y psicológicas reconocidas a nivel mundial, como la Asociación Americana de Psicología, han señalado que la identidad de género es un espectro, influido tanto por factores biológicos como culturales.
Además, las políticas basadas en esta visión reduccionista pueden tener consecuencias devastadoras para millones de personas. Negar la existencia de identidades transgénero y no binarias no solo perpetúa la discriminación, sino que pone en peligro el acceso de estas comunidades a derechos básicos como la salud, la educación y la protección contra la violencia.
El discurso como símbolo de un retroceso
Trump, al definir su gobierno con esta frase, no solo deja clara su postura, sino que también consolida a Estados Unidos como un país profundamente dividido. Mientras sectores progresistas luchan por una mayor inclusión, el nuevo presidente parece decidido a dar marcha atrás, posicionándose en contra de un mundo que, cada vez más, reconoce y celebra la diversidad humana.
Resistencia y organización
Ante esta declaración, organizaciones feministas y de derechos de las diversidades ya están trabajando para contrarrestar el impacto de estas políticas. Manifestaciones, campañas de concientización y alianzas internacionales serán clave para enfrentar este retroceso.
En un contexto global donde el reconocimiento de los derechos humanos sigue siendo una lucha constante, las palabras de Trump envían un mensaje claro: en Estados Unidos, la batalla por la igualdad está lejos de terminar. Y, como han demostrado los movimientos sociales a lo largo de la historia, las voces de la resistencia siempre encuentran formas de abrirse paso, incluso en los momentos más oscuros.