Bolsonaro, la ultraderecha golpista condenada en Brasil
Redacción Raíces Digital | El expresidente brasileño Jair Bolsonaro fue sentenciado a 27 años y 3 meses de prisión por la Corte Suprema. Fue el ideólogo del intento de golpe de Estado contra Lula da Silva, incapaz de aceptar la derrota electoral y dispuesto a romper la democracia para sostenerse en el poder.
Un golpista desenmascarado
La condena al exmandatario no deja dudas: Bolsonaro es un dirigente de ultraderecha que apeló al golpe de Estado como salida a su derrota electoral. Lejos de aceptar el veredicto popular de 2022 que consagró a Lula da Silva, organizó junto a militares, exministros y grupos armados una trama destinada a impedir la asunción del nuevo presidente.
El 8 de enero de 2023, miles de bolsonaristas asaltaron el Congreso, el Palacio del Planalto y la Corte Suprema, en una escena que buscaba replicar el intento de Donald Trump en Washington. El objetivo era desconocer el resultado de las urnas y quebrar el orden democrático.

La sentencia histórica
La Primera Sala del Supremo Tribunal Federal condenó a Bolsonaro a 27 años y 3 meses en régimen cerrado por cinco delitos:
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Intento de golpe de Estado.
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Pertenencia a organización criminal armada.
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Intento de abolición violenta del Estado democrático de derecho.
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Daño calificado con violencia.
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Deterioro de patrimonio protegido.
La votación fue clara: cuatro jueces contra uno lo responsabilizaron como ideólogo y líder del intento de golpe. La sentencia alcanzó también a exministros, militares y colaboradores directos, marcando un hito judicial en la defensa de la democracia brasileña.
Un mensaje al continente
Con esta decisión, Brasil envía un mensaje al continente: no hay lugar para golpistas que pretendan imponer por la fuerza lo que no consiguieron en las urnas. Bolsonaro se suma a la lista de expresidentes condenados en Brasil, pero en su caso la historia será aún más dura: quedará registrado como el jefe de una conspiración ultraderechista contra la democracia en tiempos de paz.
La ultraderecha regional, que lo tomó como referencia, recibe un golpe político y simbólico de enorme magnitud. La condena no borra la polarización ni la violencia que Bolsonaro sembró, pero marca un límite claro frente a quienes intentan dinamitar las instituciones con odio y autoritarismo.
Conclusión editorial
En democracia se gana y se pierde con votos. Bolsonaro no soportó la derrota y eligió el camino del golpe. Por eso fue condenado y por eso debe ser recordado: como un golpista que intentó arrodillar al pueblo brasileño.

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