Bullrich relanza el Servicio Cívico para jóvenes: entre la inclusión y la polémica
En un contexto de creciente desocupación juvenil y marcada desigualdad social, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, anunció el relanzamiento del Servicio Cívico para jóvenes de 18 a 24 años que no estudian ni trabajan. Este programa, que se implementará en conjunto con Gendarmería Nacional y el Ministerio de Capital Humano, busca formar a los jóvenes en valores como la disciplina y el respeto, además de capacitarlos para su inserción laboral y educativa.
La iniciativa regresa en un momento crítico para la juventud argentina. Según datos recientes del INDEC, el desempleo en este grupo etario supera el 20%, mientras que la pobreza afecta a más de la mitad de los hogares. Ante esta realidad, el gobierno apunta a ofrecer una “salida formativa” que integre talleres, actividades físicas y certificaciones reconocidas, con el objetivo de preparar a los participantes para el mundo laboral o facilitarles la reanudación de sus estudios.
¿Qué es el Servicio Cívico?
El programa no es nuevo: ya había sido lanzado por Bullrich en 2019 durante el gobierno de Mauricio Macri, aunque fue discontinuado tras críticas de diversos sectores. En su versión 2025, el proyecto incluirá 11 sedes en todo el país y priorizará la participación de jóvenes en situación de vulnerabilidad. La ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, explicó que el diseño de los talleres busca “potenciar las capacidades individuales mientras se fomenta un sentido de pertenencia a la comunidad.”
Sin embargo, la implementación a través de Gendarmería Nacional ha generado controversias. Si bien las autoridades destacan la experiencia y organización de la fuerza en iniciativas de este tipo, críticos cuestionan la idoneidad de un organismo de seguridad para liderar programas de formación cívica, temiendo que puedan reforzar dinámicas autoritarias en lugar de promover el empoderamiento juvenil.
Un golpe de efecto político
El anuncio no se da en un vacío: sucede en medio de un clima político marcado por la búsqueda de legitimidad de la administración de Luis Petri y de la propia Bullrich. Algunos analistas interpretan esta medida como un gesto hacia sectores conservadores que ven con buenos ojos una mayor “mano dura” en la formación juvenil, mientras que otros lo ven como una estrategia para mitigar las críticas sobre la falta de políticas efectivas en educación y empleo.
Por otro lado, organizaciones de derechos humanos y algunos gremios se han expresado en contra, calificando la iniciativa como “paternalista” y demandando políticas de fondo que resuelvan los problemas estructurales de la juventud.
Los desafíos del relanzamiento
El éxito del Servicio Cívico dependerá de su capacidad para adaptarse a las necesidades reales de los jóvenes, garantizando que los talleres y actividades no solo formen en valores, sino que ofrezcan herramientas concretas para mejorar su calidad de vida. En un país donde el 42% de los trabajadores registrados son pobres y donde la desigualdad sigue creciendo, programas como este pueden ser un paliativo, pero difícilmente una solución integral.
Mientras tanto, la sociedad observa con atención el desarrollo del programa. Para los jóvenes que participen, puede significar una oportunidad para mejorar su situación personal, pero para el país, el desafío es mucho más profundo: garantizar que este tipo de políticas no sean solo parches en medio de una crisis estructural, sino el inicio de un cambio real en la forma de abordar las desigualdades.