La información fue difundida por la página de Facebook “Parque Nacionales y Reservas de Argentina”, un espacio dedicado a divulgar datos sobre áreas protegidas del país sin relación con la Administración de Parques Nacionales. Según esa publicación, un estudio observó que solo algunos pumas comenzaron a cazar pingüinos de Magallanes durante la temporada reproductiva, y ese nuevo recurso habría impactado en su tolerancia social y en el tamaño de sus territorios.
Un hallazgo que conecta el océano con la estepa
De acuerdo a lo publicado por “Parque Nacionales y Reservas de Argentina”, el estudio abre una ventana sobre nuevas estrategias de alimentación en el puma y, al mismo tiempo, aporta señales de cambios en su comportamiento: la incorporación de pingüinos a la dieta no sería generalizada, sino limitada a algunos individuos del parque.
El trabajo también plantea un punto clave: este fenómeno refleja un vínculo ecológico entre el mar y la estepa patagónica, con efectos visibles en la dinámica de un depredador tope.
Qué cambia en los pumas que cazan pingüinos
Según la publicación, en los pumas que sí se alimentaron de pingüinos se registraron transformaciones conductuales consistentes:
-
Mayor tolerancia hacia otros pumas, con más interacciones.
-
Movimientos más acotados y territorios más chicos durante la temporada reproductiva (septiembre a marzo).
-
En términos científicos, esos pumas interactuaron hasta cinco veces más que los que no incorporaron pingüinos.
La síntesis más clara, citada en el posteo, lo resume así: “Se muestran mucho más tolerantes hacia otros pumas, interactúan mucho más… y además presentan movimientos mucho más acotados y territorios más chicos”.
Depredación: estimaciones y límites
Sobre el nivel de depredación, siempre según la misma fuente, se manejan estimaciones aproximadas: “Es alrededor de dos pingüinos por día”. Pero se remarca un dato central: se trata de solo algunos pumas, no de toda la población del parque.
Además, se sostiene que hasta el momento “los pingüinos pueden tolerar esos niveles de depredación”.
La colonia: un crecimiento señalado por el estudio
La publicación también cita un dato de evolución poblacional: entre 2004 y 2017, la colonia habría crecido cerca de un 20%.

Una pista sobre cómo cambia la naturaleza (y cómo mirarla)
El dato más fuerte es que no se trata solo de “qué comen”, sino de cómo cambia el comportamiento cuando aparece un recurso nuevo y abundante en una época del año. Si estos registros se siguen confirmando, muestran que la Patagonia es un sistema vivo, dónde océano y estepa se influyen mutuamente y reconfiguran, incluso, las reglas de convivencia de sus grandes depredadores.