Movimiento de inquilinos Peronistas (MIP)

En los oscuros años de la dictadura, cuando el miedo se respiraba en las calles y la represión golpeaba cada rincón del país, un grupo de jóvenes militantes levantó la voz en los pasillos estrechos de los hoteles familiares. Eran los del Movimiento de Inquilinos Populares (MIP), hijos de la resistencia, compañeros del Ateneo “20 de Junio” de la Juventud Peronista en el barrio porteño de Once.
Las habitaciones eran pequeñas, los techos bajos, el aire denso. Allí, en esas “villas de cemento”, las familias dormían con la esperanza de que un día la vida fuera distinta. No pedían más que dignidad, un derecho que la injusticia convertía en lucha.
“Unir hotel por hotel, habitación por habitación”, era su consigna. Sabían que la organización era la única forma de enfrentar a los dueños de inquilinatos, que veían en el hambre y la necesidad una oportunidad de lucro. Cuando el hotelero rompió una parrilla para evitar que los inquilinos se juntaran, el MIP entendió que su lucha era la correcta.
Pero llegó 1977, y con él, la desaparición de muchos de sus integrantes. Uno a uno fueron arrancados de sus casas, de sus familias, de su historia. Solo dos sobrevivieron: Susana Reyes y Malisa “La Peti” Cechini.
Aquel tiempo de terror, diseñado por Martínez de Hoz y las elites locales, con el respaldo de Estados Unidos y la banca extranjera, dejó heridas que aún hoy no cierran. La vivienda sigue siendo un privilegio en manos de pocos, y la dolarización de los alquileres es solo una muestra de que la injusticia sigue vigente.
Por eso, como aquellos compañeros y compañeras, hoy nos organizamos y luchamos. La historia no se repite si la memoria permanece viva.
30.000 compañeras y compañeros detenidos desaparecidos, presentes, ahora y siempre.