Allende y la condena a la noche de los cristales rotos: Un Acto de Solidaridad Internacional
El 26 de noviembre de 1938, en un contexto de creciente tensión y violencia en Europa, Salvador Allende y otros 65 parlamentarios chilenos tomaron una postura firme contra las atrocidades nazis al firmar un cablegrama dirigido a Adolf Hitler. Este documento condenaba enérgicamente la brutalidad de la Noche de los Cristales Rotos, un evento que tuvo lugar entre el 9 y 10 de noviembre de 1938 y marcó un punto de inflexión en la persecución de la comunidad judía en Alemania y Austria.
La Noche de los Cristales Rotos
Durante esta noche fatídica, conocida en alemán como Kristallnacht, las tropas de asalto nazis y civiles incitados por la propaganda antisemita del régimen destruyeron sinagogas, hogares y comercios judíos. Miles de judíos fueron arrestados y enviados a campos de concentración, y cientos de personas perdieron la vida. La magnitud de la destrucción y la violencia dejó una marca indeleble en la historia, señalando el comienzo de una escalada en la persecución sistemática que culminaría en el Holocausto.
Contexto Político de la Época
En 1938, el mundo observaba con creciente preocupación las acciones de la Alemania nazi bajo el mando de Adolfo Hitler. La expansión territorial, la anexión de Austria (Anschluss) y la presión sobre Checoslovaquia fueron preludios de una conflagración mayor. Mientras Europa se dirigía inexorablemente hacia la Segunda Guerra Mundial, los actos de violencia y represión dentro de Alemania aumentaban en frecuencia e intensidad.
En este contexto, el cablegrama firmado por Allende y sus colegas no solo representaba una condena de los hechos, sino también una declaración de principios. Era una muestra de solidaridad internacional y una defensa de los derechos humanos en un momento en que muchas naciones optaban por el silencio o la complacencia frente a las agresiones nazis.
El Legado de la Condena
La acción de Salvador Allende y los otros parlamentarios chilenos destaca por su valentía y compromiso con la justicia. En un periodo donde el temor a represalias y la política de apaciguamiento prevalecían, su condena pública de la violencia nazi fue un faro de dignidad y humanidad. Este acto de repudio no solo evidenció la postura ética de sus firmantes, sino que también estableció un precedente de solidaridad internacional ante la opresión y el genocidio.
Hoy, al recordar este importante hecho, es esencial reconocer el valor de aquellos que, como Allende, alzaron su voz contra la injusticia. Su ejemplo nos recuerda la importancia de la resistencia y la denuncia frente a la tiranía y la violencia, valores que son tan relevantes hoy como lo fueron entonces.
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